La agricultura de precisión trata del estudio de la variabilidad espacial de los factores que afectan al cultivo, para llevar a cabo una gestión agrícola sostenible consiguiendo así ventajas económicas, medio ambientales y sociales.
Lo que ya es norma en la industria: medir, cuantificar, relacionar y decidir, es una necesidad en la agricultura.
La diferencia esta en que si en un proceso industrial podemos controlarla mayoría de los factores que influyen en el resultado: producción y calidad, en la agricultura podemos controlar una pequeña parte, pero haciéndolo correctamente, podemos marcar la diferencia.
En el manejo agrícola, el riego tiene una función determinante ya que, a través de él suministramos a la planta los nutrientes y el oxígeno, necesarios para su correcto desarrollo.
Hay muchos métodos de regar, a partir del método a “ojímetro” basado en la experiencia y percepción de la humedad en suelo por parte del agricultor, continuando por aproximaciones basadas en el balance hídrico según la evapotranspiración, detección remota (imágenes satelitales) y terminando por métodos basados en mediciones directas de la humedad del suelo.
Últimamente se han puesto de moda muchos términos como Smart Agro, Huella Hídrica, Economía Circular y otros. En este post vamos a explicar, en un lenguaje entendible, que la Huella Hídrica (“HH”), no es más que una medida convencional, que permite medir el uso real de agua dulce para diversos objetivos como, por ejemplo, los litros de agua necesarios para la producción - a lo largo de toda la cadena de suministro - de 1 kg de tomates, una taza de café, una botella de zumo de naranjas, etc.
Para entenderlo mejor, vamos a exponer los componentes de la Huella Hídrica en un cultivo en invernadero.
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